En este mismo
espacio he enfatizado sobre la importancia de las variables reales de la
economía, las cuales se refieren al hecho de “eliminar” el efecto que tienen
los precios sobre las variables monetarias, es decir, traducir los valores de
diferentes periodos de tiempo a un valor normalizado o estandarizado, tomando
un periodo como referencia para todos los datos. Por ejemplo, el Producto
Interno Bruto es una variable macroeconómica que se expresa en términos
monetarios, se refiere a la producción de un trimestre o un año determinado. Si
nos interesa comparar cómo crece la producción de un año a otro, este proceso
de normalización es indispensable para que la comparación tenga sentido, de lo
contrario podríamos asegurar que la producción creció, pero en verdad pudo
haber sucedido que no lo hizo y lo que observamos es un efecto de los precios
que aparenta que exista más producción. Siguiendo con el ejemplo, consideremos
que la producción de México en el año 2010 es de 100 mil millones de dólares y
en el año 2011 es de 110 mil millones de dólares, sería irreal afirmar que la
producción creció 10 por ciento. Lo primero es considerar cuánto subieron los
precios en ese año, digamos 4%, entonces en términos reales, la economía creció
6%. A esto también podría descontársele lo que crece la población en el mismo
periodo, pensemos que es 2%, entonces el crecimiento real de la economía es 4%.
Para el caso del
tipo de cambio, es ligeramente distinto el proceso mediante el que se traduce
en términos reales dicha variable, debido a que esta magnitud es una unidad de
medida que permite comparar el poder adquisitivo entre dos países. En este
sentido juegan un papel importante los niveles de precios de ambos países y
obviamente el tipo de cambio nominal.
El desconocer las
diferencias de una variable nominal frente a una real, impacta en las conclusiones
que podamos deducir de lo que analizamos. Esta brecha, entre variables reales y
nominales, en ocasiones es utilizada con fines políticos, para bien y para mal,
para sobredimensionar la implementación de una política pública o para señalar
la ausencia de tal.
Recientemente, la
depreciación del peso frente al dólar ha despertado el interés de las personas
por conocer los determinantes de este fenómeno, así como sus consecuencias. En
el plano político ha servido para comparar el desempeño de los presidentes de
la República. Enfoque que no comparto con ninguno de los “analistas” que se han
pronunciado a favor o en contra de la actual administración, en primer lugar
porque el tipo de cambio es una variable a la que hay que acercársele con mucha
cautela, en segunda porque cada situación ha sido abismalmente diferente con la
que se compara, por lo tanto, las comparaciones en esta dirección carecen de
sentido y se centran solamente en la relación administración-magnitud y no en
el contexto nacional e internacional de cada momento.
En estas notas no
pretendo profundizar en las causas o consecuencias del tipo de cambio,
simplemente espero aclarar los dos conceptos con los que inicié, que son tipo
de cambio nominal y tipo de cambio real.
Pues bien, comencemos
con el tipo de cambio nominal, este es simplemente el tipo de cambio que observamos anunciado en las tiendas de cambio o en los bancos. Ahora, esta
magnitud graficada se ve como sigue:
En esta gráfica
observamos cómo se ha comportado el tipo de cambio desde julio de 1985 hasta
agosto de 2016. Hasta 1995, México tenía una política de tipo de cambio fijo o
semifijo, en donde el gobierno controlaba que no se saliera de los niveles que
él mismo determinaba. Esto explica que la gráfica se vea como una línea recta,
sin embargo, con la crisis de 1995 se cambió a un esquema de tipo de cambio
flexible, determinado por la oferta y demanda de dólares, en otras palabras, el
gobierno dejó de intervenir en el mercado cambiario. No obstante, el Banco de
México, cuando lo ha ameritado, ha subastado dólares para evitar caídas abruptas
del peso frente al dólar.
Con la gráfica
anterior, alguien podría defender que en los 90’s la paridad cambiaria era muy
favorable para México, debido a que teníamos un tipo de cambio de $4 pesos en
promedio. De hecho, el tipo de cambio nominal alcanzó los $10 pesos hasta el
año 2000. Si tomamos en cuenta esta variable y calculamos cuál ha sido el tipo
de cambio promedio en todo el periodo que comprende 30 años, nos da un valor de
$8.56 pesos por dólar, situación que como veremos a continuación, no es real.
Ahora, el tipo de
cambio real se calcula de forma sencilla como sigue: E=eP*/P
en
donde e corresponde al tipo de cambio
nominal, P* son los precios
(inflación) en Estados Unidos y P son
los precios (inflación) en México. Entonces, si graficamos este tipo de cambio,
la gráfica luce de la siguiente manera:
Ahora observamos
que la gráfica cambia considerablemente con respecto a la anterior, mientras el
tipo de cambio nominal tiene tendencia creciente, el tipo de cambio real es más
bien constante, salvo los primeros diez años. En este caso, al promediar la
paridad cambiaria en todo el periodo es de $13.89 pesos por dólar.
Esto pone en
claro algunas de las afirmaciones hechas, por ejemplo, que el dólar ha
alcanzado niveles históricos, lo cual es falso, el precio más alto ha sido de
$25.02 pesos en noviembre de 1985. Por otro lado, su nivel más bajo ha sido de $10.70
y se alcanzó en marzo de 2002.
En términos
reales, el tipo de cambio en agosto de este año fue de $17.15 aunque en términos
nominales diga que es $19.
Finalmente,
graficando ambos tipos de cambio, nominal y real, quedan representados en la
siguiente gráfica.
La línea azul
representa el tipo de cambio real promedio, equivalente a $13.89 pesos por
dólar. Esta magnitud es considerada como el tipo de cambio de equilibrio en el
largo plazo, es decir, es la paridad esperada entre la economía mexicana y la
estadounidense. Por lo tanto, niveles por encima y por debajo de este nivel,
seguramente no reflejan la realidad de los términos de intercambio. Un tipo de
cambio de 11 pesos es tan desfavorable como un tipo de cambio de 16 pesos.
Con base en lo
observado en los últimos meses, el tipo de cambio parece alcanzar su límite en
los $20 pesos, porque apenas llega a este nivel, retrocede algunos centavos
para situarse en 19. Es imposible prever si pasará de este límite, sin embargo,
es fundamental comprender que al tipo de cambio lo afectan los factores
puramente económicos (flujo de dólares) y los políticos.
Es necesario
tener claro el tema de las variables nominales y reales, porque es raro que en
alguna publicación periodística se especifique cuál de las dos están mostrando.
La mayoría de las veces, presentan el primer tipo de variables, lo cual para
los últimos periodos no existe un grave problema, ambos tipos de cambio
(nominal y real) son próximos entre sí, no obstante, antes de 2006 las
diferencias eran significativas. En este sentido, cada que nos muestren datos
del tipo de cambio anteriores a la mencionada fecha, es necesario que
especifiquen lo que nos están mostrando.
Para finalizar, aunque
mencioné que mi interés no era una revisión exhaustiva sobre los factores de la
depreciación del peso, me gustaría presentar una lista con los tres principales
factores que la evidencia empírica sugiere que están afectando a paridad
cambiaria.
- Menor flujo de dólares vía Pemex: Con la última reforma energética, Pemex perdió capacidad exportadora de petróleo, situación que se combinó con la caída en los precios de este producto.
- Especulación con el alza de la tasa de interés en EUA: La Fed lleva todo el año amagando con subir la tasa de interés en EUA, esto provoca una mayor preferencia por la divisa estadounidense, pensando que de un momento a otro elevarán dicha tasa.
- Elecciones de EUA: La amenaza del candidato republicano con intensificar las barreras entre ambos países ha provocado que los flujos de inversión hacia México se frenen hasta que se defina la contienda electoral.
Estos tres
factores actúan en conjunto para depreciar constantemente la moneda mexicana. Desde
este punto de vista, el actual gobierno ha sido responsable en buena parte por
la situación actual que enfrenta el peso, responsabilidad que ha intentado
sacudirse desviando la atención hacia el tercer factor.